Psicología Escolar I

Psicología Escolar I
Nolitza Campos

sábado, 8 de mayo de 2010

LA ADOLESCENCIA



Esta es la época de las definiciones. El adolescente emerge del mundo infantil y emplea todas sus energías en perseguir una identidad y unas características propias. Es un proceso en el que se reclama insistentemente una mayor independencia y cuando se debe aceptar un mayor grado de responsabilidad. En este marco las relaciones familiares se vuelven ambivalentes. En determinados momentos el adolescente busca un gran distanciamiento y autonomía, en otras ocasiones se pretende volver al cobijo de la familia. Todo esto de forma intermitente y a veces pidiendo a la vez autonomía y protección. Resulta esencial disponer de espacios familiares donde sea posible abordar los distintos momentos y situaciones que marcan el mundo del adolescente y donde además nosotros como adultos podamos expresar nuestros puntos de vista y nuestras preocupaciones. Es desgraciadamente frecuente que ante los adolescentes las únicas comunicaciones familiares existentes versen sobre el desacuerdo de los adultos ante su conducta. Esto suele generar círculos viciosos donde el padre y la madre piden disciplina; el adolescente responde con la insumisión; y el padre y la madre solicitan aún más disciplina. En estas edades la disciplina es una cuestión necesaria, no sólo para la salud mental del padre y la madre, también para el adolescente. La solución correcta pasa por articular un equilibrio entre el orden y la comunicación abierta. Esto pasa por atribuir desde nuestra posición de adultos un rango equivalente hacia esa persona que también comienza a serlo. Con un reconocimiento como éste, no solo basado en palabras sino también en hechos, es posible que las relaciones con los adolescentes se nos hagan más llevaderas y que estos alcancen la adultez de una forma menos conflictiva.

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